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LE DEJO…ME DEJAN EN LA CALLE

30/03/2024

Es mucho más que el título de una entrada de un blog… es impotencia, inseguridad, tristeza, rabia, culpa…

Hablamos de lo que nos pasa…hablamos de los que les pasa cuando deben salir de nuestros Hogares o programas y no existen recursos adecuados y adaptados a sus necesidades reales.


Es cierto que en los últimos años han aumentado los esfuerzos por parte las Administraciones y agentes implicados para que cada vez exista un mayor conocimiento de esas necesidades y poder así poner en marcha recursos específicos que puedan seguir cuidando y acompañando a los niños, niñas y adolescentes…Sin embargo, aún siguen siendo insuficientes para poder atender a todos los perfiles…


Somos conscientes de que llegar a ese ideal supone la inversión de numerosos recursos económicos, profesionales, etc. y que la meta se visualiza actualmente inalcanzable, pero nos gustaría poner el foco a través de estas líneas en que  NO TODO VALE PARA TODOS…


Así, desde nuestra experiencia y a modo de ejemplo, hemos observado y valorado cómo muchos jóvenes son derivados a Programas de Emancipación cuando cumplen la mayoría de edad, a pesar de que la gran parte de estos programas tienen recursos limitados o unos objetivos difícilmente alcanzables por jóvenes que presentan problemas de salud mental, dificultades sociales o, simplemente, porque no han alcanzado la madurez necesaria para poder trabajar  su emancipación; no podemos olvidar la mochila pesada que llevan en su historia o que la media de emancipación de los jóvenes en España se sitúa 10 años más tarde que la de estos chicos y chicas…


Con esta situación tan compleja y difícil, a los y las profesionales que acompañamos a niños, niñas y jóvenes en el Sistema de Protección se nos plantea la tesitura de valorar y decidir “qué hacer con ellos y ellas” cuando ya no pueden seguir en nuestros Hogares, o cuando nuestros espacios no son los suficientemente seguros y protectores, porque el niño o la niña necesitan de otros recursos especializados…Y en esta dura valoración, entendemos, no puede primar tomar decisiones con el objeto de conseguir la “tranquilidad” del profesional…


Desde la Asociación apostamos por el acompañamiento consciente y afectivo, sin duda, pero también por la evaluación objetiva y realista de las necesidades de cada niña, niño y joven.

Consideramos que derivarles a otro recurso o programa que no sea ajustado a sus necesidades y/o capacidades reales puede suponer, en la mayoría de los casos, una nueva experiencia de fracaso y, por tanto, una piedra más a cargar en su mochila y que sume a las dificultades para sentirse digno o digna de una vida plena. 


En muchas ocasiones hemos vivido en nuestro propio día a día como los y las jóvenes de nuestro programa de emancipación han debido salir por “no cumplir con los objetivos acordados”, aunque la realidad es que “el programa no contaba con los apoyos que el chico o chica realmente necesitaba”. 


Cuando estas situaciones se producen, resulta tremendamente doloroso escuchar de  las personas jóvenes “me han dejado en la calle”, a pesar de que siempre hemos tratado de explicarles que la situación ha sido derivada de las limitaciones del programa; la mayoría de ellos y ellas llegan a comprenderlo y elaborarlo….No encontramos la misma visión, sin embargo, por parte de algunos otros profesionales implicados en el proceso de los chicos y chicas; y, muchas veces, desde el desconocimiento o desde nuestra propia necesidad  de protegernos de esta triste realidad, tendemos a emitir juicios y críticas poco constructivas del acompañamiento que se ha realizado o de las decisiones finales que deben tomarse por el bienestar de él o ella…










Estas líneas, por tanto, nos llevan a la reflexión, por un lado, de si realmente es más positivo derivar a niños, niñas y jóvenes a los programas existentes “para evitar dejarle tirad@”, o si merece la pena apostar por una evaluación de sus necesidades más ajustada, compartirla con el niño, niñas y adolescente y poder construir junto a ell@s, dentro de las opciones posibles, la decisión que menos daño le pueda causar… 


Y, por otro lado, podemos reflexionar si, como profesionales, tenemos siempre la mirada puesta en el niño, niña o joven, o si nos dejarnos llevar por la necesidad, muchas veces inconsciente, de sentirnos “menos mal”; reflexionar de nuevo si podemos construir juntos y juntas el nuevo camino que el chico o la chica necesita…


No debemos dejarles en la calle, 

pero tampoco debemos engañarles…

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